Solo en España se venden al año productos usados por 2.300 millones de euros.
La crisis ha disparado el tradicional trueque de bienes y servicios, espoleado por las nuevas tecnologías que son capaces de poner en contacto a usuarios distantes entre sí miles de kilómetros. El consumo colaborativo es ya una nueva forma de economía.
¿qué es y cómo funciona la economía colaborativa?
Las nuevas tecnologías, la irrupción de webs y apps, han sido claves para el resurgir del intercambio. Las hay de todo tipo; alquiler de viviendas, viajes con gastos compartidos, comida, ropa e incluso parking. Muchos expertos consideran que el contexto de crisis que vivimos ha sido el otro gran impulsor de esta economía, pues mucha gente se ha animado así a compartir y ahorrar.
Estos dos factores han hecho del consumo colaborativo una economía imparable. Los datos así lo avalan. Las ofertas se multiplican.
La mayoría de estas entidades se financia a través de la publicidad, pero la autoridad de las cifras hace que estas empresas busquen alternativas de negocio que son las que chocan con la idiosincrasia de los proyectos: el intercambio libre.
Se está abriendo el debate sobre si deben o no volverse lucrativas estas entidades
Desde la OCU, Organización de Consumidores y Usuarios, afirman que el carácter lucrativo o no lucrativo no es un problema, siempre y cuando el consumidor sea consciente de esa circunstancia.
En España sin embargo existe un vacío legal que pone en jaque al Legislativo y que, de momento, impide la regulación de estas empresas en un marco de actuación seguro.
Así comenzó la polémica entre Uber y el gremio de los taxistas. Estos profesionales entendieron que Uber estaba haciendo competencia desleal, puesto que ofrecían un transporte similar sin las normas y los seguros reglamentarios. Otro caso es el de Airbnb, empresa que ha sido multada con 30.000 euros por parte de la Generalitat de Cataluña por intermediar entre Turistas y propietarios de viviendas que no estaban inscritas en el Registro de Turismo.